«La Tabla»: la novela de la revolución cubana
Cuando Sartre decide visitar Cuba en 1960, lo hace con la esperanza de encontrar en la isla la fenomenología de su conclusión filosófica existencialista: «socialismo es humanismo». Sin embargo, para esa época tan temprana como inicial, la realidad revolucionaria cubana era otra: el «socialismo es sonambulismo».
Una maquinaria incipiente de repetición sonámbula, cuya realidad es el «hombre socializado» constituye gran parte del lenguaje de la novela «La Tabla». Yo calculo que, tal radicalísimo de izquierda es mimético y gregario, puesto que –según mi lectura sobre «La Tabla»- está a merced del espíritu imperante y de la forma en que transcurre el poder «avergonzar» a las masas, hablándole en nombre de los oprimidos.
La «vergüenza» (Eduardo Chibas es el primogenitor de la «vergüenza revolucionaria») es el primer «poder intimidatorio» de la revolución, y Armando de Armas lo traduce, base a su experiencia personal y circunstancial, a tres décadas después al triunfo, en una obra de desmitificación del lenguaje mimético. Nadie hasta ahora ha penetrado como de Armas en la «lengua viva», atabillada, de la «desvergüenza mimética».
La escritura de «La tabla» representa la mimesis sin parangón en la literatura cubana.