Situada en el Mar Caribe, la Isla del Inframundo, otrora un lugar paradisiaco, está habitada por seres humanos infestados por una dañina bacteria esparcida por las criaturas diabólicas de color verde que invadieron la isla en décadas pasadas.Al principio, el ejército de los humanos luchó contra estos seres antropomórficos desde el primer día que desembarcaron en la isla. Los vencieron, pero un grupo pequeño huyó y se refugió en las montañas y se ocultó entre la maleza. Desde sus guaridas, comenzaron a reproducirse e infectar a los seres humanos con una peligrosa bacteria. Años después, bajaron de las montañas y desfilaron por pueblos y ciudades. Los humanos, contagiados con la bacteria, los recibieron con vítores, cánticos y aplausos. No sospecharon del astuto y siniestro cabecilla ni de su ejército de criaturas de color verde. No lo vieron como un torturador o como un demonio el día que hizo su aparición en la capital acompañado de su séquito de seguidores antropomórficos, sino como un ser angelical barbudo, como el arcángel Miguel, llegado de los montes del oriente de la isla para salvar a los humanos de los crueles dictadores.
Leer un libro o escuchar una lectura, esa es la cuestión


La nostalgia, el opio de un exiliado
Las “nostalgias” de la generación de los 30-40, en mi opinión, solo las tendrán de las imágenes captadas en fotografías de automóviles, ómnibus, calles, tiendas, comercios, edificios y otras cosas que desaparecieron de la faz de isla hace mucho tiempo. Épocas imposibles de revivi, que podrán ser recordadas en los libros de textos de los escritores e historiadores cubanos.
Esa Cuba, la de las décadas anteriores a 1959, ya no existe y Cuba nunca volverá a ser la misma. De eso, no tengo dudas.
Navegando por aguas contaminadas
Sin tener en cuenta la influencia que ejerce la atracción de la apariencia física de los individuos, el nacimiento de una amistad depende de un encuentro cara a cara. Una prueba de ello —muy común hoy día—, es que las personas que buscan parejas o amistades en la redes sociales de internet, terminan sentados frente a frente en un restaurante. Y es lógico que así sea. Las feromonas de nuestro cuerpo se activa al estar uno cerca de otro. Después, de ser percibida por ambos, se desencadena una atracción mutua, ya sea social o sexual, modificando nuestro comportamiento.
De ser así, ¿qué nos atrae para tener «amigos electrónicos» sin contacto físico?
Si excluimos los grupos políticos, culturales o económicos, etc., con los mismos intereses, entonces ¿es la banidad la que nos impulsa a tener amigos con los que nunca hemos compartido ni una mirada cómplice ni un café? Pienso que sí.
El mundo está ahí, sin conquistar, hecho una bola de silencio...
Cuando escribí La Globalización del Chisme en el Blog Humor + Ego, el 21 de diciembre de 2021, utilicé dos personajes reales: mi tía Jacinta y su amiga Carmena, ambas eran muy reservadas y sus idiosincrasias estaban muy lejanos de ser mujeres chismosas. Use sus nombres porque me resultaban apropiados para crear una historia simpática; al menos, eso pensé.
Después de releer la historia, la actualicé y la publiqué en Facebook, Mientras revisaba el personaje ficticio que había creado de Carmena, descubrí las "amistades electrónicas" que yo mismo le había creado en Nueva Zeland, en Fráncfort, Alemania, en Ethiopia y que yo también tenía "amistades electrónicas", con las nunca he tenido un contacto físico.
El eso me hizo recordar, que Isaac Asimov, en su libro El sol desnudo, escribió que los habitantes del Planeta Solaria, interactúan a través de la tecnología, evitando el contacto físico entre ello, que se comunican a través holografía y TV 3-D. Que se sentaban juntos a la mesa, pero físicamente no existían, estaban en sitios diferentes. Eran imágenes holográficas tridimencionales. Los encuentros físicos solo eran permitidos a los cónyuges para procrear, luego los fetos eran traslados a úteros artificiales.